|

Alcañiz (Teruel)

Alcañiz (Teruel), capital del Bajo Aragón, está situada a orillas del Río Guadalope y a las faldas del Cerro Puy Pinós. De origen musulmán, fue conquistada por vez primera por el Conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, y definitivamente por su hijo, Alfonso II de Aragón, siendo este monarca quien entregó el primitivo castillo de Alcañiz y la población entera a la orden religiosa y militar de Calatrava.

Alcañiz es arte y cultura, segunda ciudad más importante y poblada de Teruel, está coronada por el castillo, ahora reconvertido en Parador Nacional.

La plaza de España es el centro neurálgico, contiene bellos edificios como el ayuntamiento, del siglo XVI, la lonja, que constituía el mercado público en el medievo, y la iglesia de Santa María la Mayor. Junto a ésta, la oficina de turismo, cuyos bajos albergan una serie de pasadizos medievales que testimonian la importancia que tuvo esta ciudad durante la Edad Media. Entre su patrimonio religioso destacan la ex-colegiata de Santa María, de estilo barroco con su monumental fachada, y las iglesias de los Escolapios, del Carmen y San Francisco.

El Ayuntamiento es una de las joyas del Renacimiento Aragonés, fue concluida en 1570 cuando la ciudad vivía bajo el yugo de los señores feudales de la Orden de Calatrava. Justo al lado del ayuntamiento se alza la Lonja, con sus enormes arcadas. Una construcción gótica del siglo XV, que originalmente fue un hermoso mercado. Forma ángulo con la Casa Consistorial y es anterior a ésta. Fue edificada en estilo gótico tardío, como nos muestran los tres enormes arcos apuntados de la planta baja.

La iglesia de Santa María, que fue colegiata, es el tercer monumento que cierra la Plaza de España. De construcción barroca, fue alzada sobre una iglesia primitiva gótica. Las proporciones de su fachada principal son francamente sorprendentes. Como también lo es la belleza de su preciosa portalada, también barroca, que tardó tanto en completarse como el total de la iglesia. La fachada principal se edifica en tres plantas, destacando la existencia de capiteles dóricos y jónicos, así como ventanas adinteladas y con frontones triangulares en las dos primeras. Comiendo en un bar de enfrente, he llegado a contar 16 cigüeñas en lo alto de la iglesia, me dicen que ya han renunciado a la emigración y son permanentes aquí durante todo el año.

El subsuelo de Alcañiz cuenta con un buen número de sorprendentes estructuras subterráneas. La piedra arenisca ha favorecido que se construyera una enorme red de pasadizos que comunica buena parte de los más importantes edificios de la población, hasta llegar al Convento de Santo Domingo que queda en la otra orilla del río Guadalope.

Es interesante la visita a uno de los refugios antiaéreos que se construyeron durante la Guerra Civil Española, de los más de cuarenta que existieron. La aviación fascista italiana bombardeo la ciudad el 3 de marzo de 1938, ocasionando en sólo un minuto más de 300 muertos.

Muchos de estos pasadizos están preparados para ser visitados y poder ver el aljibe, una enorme bodega que habría permitido almacenar alimentos y una enorme nevería, cuya función era la de almacenar nieve comprimida que se transformaba en hielo. Este último espacio de unos 20 metros de longitud y 4 de altura habría sido construido a finales del siglo XIV. El hielo era un elemento indispensable para la conservación de los alimentos, de manera que esta nevería era uno de las construcciones más importantes del Medievo.

El castillo se comenzó a construir en el siglo XII sobre las ruinas de un antiguo castro romano, a lo largo de la historia ha cumplido las funciones de prisión, palacio, convento, cuartel y actualmente Parador de Turismo desde el año 1968. Tiene su origen, probablemente, en una avanzadilla durante la expansión cristiana tras la reconquista, a mediados del siglo XII. La cuestión es que la fortaleza fue donada a la Orden de Calatrava, de carácter militar, en agradecimiento a la ayuda prestada durante el proceso de expulsión de los moriscos. Alfonso II, que era el monarca reinante en 1179, entregó Alcañiz a la Orden de Calatrava, cuyos integrantes, medio monjes y medio guerreros, le habían apoyado en sus conquistas hacia el sur. Fueron ellos los que se asentaron en el castillo, y se comportaron como auténticos dueños y señores de la población y sus vecinos. Desde aquel momento, la orden actuó como verdadero señor feudal, sometiendo, de una u otra forma, a la población que quedó bajo su dominio.

Otro de los atractivos de la ciudad es la ribera del rio Guadalope, afluente del Ebro. Un lugar especial para pasear sin prisas, que seguro no dejará indiferentes a los amantes del silencio, la naturaleza y el turismo rural en estado puro.

 

 

Publicaciones Similares

2 comentarios

  1. Alcañiz me ha parecido un lugar precioso y me ha dejado una sensación de Tierra antigua y de silencio que en mi opinión son un privilegio poder disfrutar en este momento de prisas ruidos y avalanchas… Me gusta Teruel

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *